martes, diciembre 27

Sudario

Busco espacio en el cenicero
para apagar el pucho
que me quema los labios.
Me invito a sacarme el corpiño
y el maquillaje.


Me tiro en la alfombra,
miro el techo
como si hubiera un cielo.


Prendo otro cigarro,
esta vez lo apago en mí.
Ahora mis entrañas arden.


Tanteo entre las cenizas
el pedazo de labio que perdí.
Me desprendo de la alfombra
y dejo cada pedazo
de ADN
en las cerdas.


Puercas porcinas
se derraman por ahí.
chorrean y gimen
como si fueran a morir.


Prendo un pucho
y miro el techo,
como si el cielo
estuviera ahí.

2 comentarios:

Jen! dijo...

El cielo está ahí. Estamos en el cielo.

Federico Matteucci dijo...

entre el humo y el cielorraso de una habitación viciosa, están los sueños que derraman nostalgias, cuando arde la carne