martes, mayo 1

Amor en tiempo de redes sociales

El ascensor
era el único
que esperaba ahí,
donde lo había dejado.


El frío abrigaba
las ganas de llorar
que se negaban
a salir
a brillar
por la noche.


Nada rodaba por mí,
nada más que
la idea en mi cabeza
de darme cuenta
que no me seguías. 


Ahí descubrí que
la vida no es twitter
y que repetir
tus frases eran simplemente
hacerte burla.


Lo único que veía
era tu perfil,
seguramente
las ganas de verme
no vagaban por tu ser.


Eran tiempos difíciles
y lo único que quedaba
eran imágenes
y movimientos anidados
en una memoria virtual
que se repetían
como vídeos en
una lista de reproducción interminable,
de tu voz repitiendo
un ritmo pegajoso
cual estribillo de
la canción de verano.


Y ahí estás
pegado a la caja boba
mientras yo
escribo palabras que se persiguen
como queriendo encontrar
el final de esto,
que solo llega a mí.


Al fin y al cabo
todo culmina,
como la felicidad
escondida en cada célula,
como un cáncer que se expandió...


Vos ya no. 
Yo quien sabe.
Ellos seguro no.